ESTRÉS ACADÉMICO: Cómo ayudar a nuestros hijos

Etiquetas: estrés

El estrés académico en los niños

Cada vez con más frecuencia se aprecian problemas de estrés académico, ansiedad o preocupación en la población infantojuvenil. El rendimiento académico se ha convertido en los últimos años en un objetivo primordial en la vida de niños y adolescentes, dejando de lado áreas tan importantes como las emociones, el juego o las relaciones sociales. Esta situación puede tener efectos sobre la vida adulta.

¿Por qué tienen los niños más estrés?

  • Sobrecarga del horario infantil. ¿Se han parado a pensar que los niños y adolescentes de hoy día casi trabajan más horas que los adultos? El estudio y las actividades académicas constituyen el “trabajo” de los niños y adolescentes, es de alguna manera una obligación con la que tienen que cumplir. El horario lectivo habitual incluye en torno a 6 horas de docencia en el colegio o instituto. Además, de las horas que pueda implicar la resolución de las actividades que los profesores manden. A esto debemos sumar que muchos niños acuden también a academias, ya sea para reforzar los contenidos que no han podido asimilar en su jornada matutina de estudio o para desarrollar nuevas habilidades (pintura, lengua extranjera, música)
  • Autoestima vinculada al área académica. En un intento por “preparar” a los niños y adolescentes “lo mejor posible” para el incierto futuro que les aguarda. Los padres y madres han empezado a prestar una atención casi exclusiva al ámbito académico. Si bien este es un área importante, no podemos olvidar que los hijos son algo más que futuros profesionales, por lo que es MUY importante interesarnos por ellos de manera global. Además, de un ¿cómo vas con X o Y asignatura? podemos preguntar ¿qué tal con tus amigas?, ¿cómo te sientes? o ¿qué te gustaría hacer durante el fin de semana?.
  • Aumento de exigencias, problemas y dificultades en su vida diaria. Los niños están sometidos a las dificultades propias del entorno en el que viven. Dada la situación socioeconómica actual es posible que muchos niños convivan con familiares con altos niveles de estrés, situación de separación, progenitores en desempleo, etc. Todas estas situaciones son normales a que forman parte de la vida cotidiana, no obstante, al igual que los adultos los niños y adolescentes también necesitan tiempo para adaptarse a ellas  en muchos casos pueden necesitar un poco de ayuda.
  • Disminución del ocio y del juego, con la consiguiente pérdida de los aprendizajes asociados. El juego se ha convertido en un objeto de consumo. Los niños y adolescentes pueden pasar muchas horas jugando de manera individual con las nuevas tecnologías. El problema NO son las nuevas tecnología puesto que constituyen una opción más. El problema es que los niños y adolescentes tengan que jugar solos porque el contexto no les permite otras opciones de juego al aire libre o en compañía de sus padres, familiares o amigos. El juego es de gran importancia ya que gracias a él se desarrollan muchas habilidades necesarias para el funcionamiento diario (por ejemplo, respetar turnos o negociar con otra persona) además permite fortalecer la relaciones sociales.

Efectos sobre el adulto joven

  • Dificultades para el manejo emocional. Se soportan las emociones negativas hasta que éstas desbordan a la persona. Dejar de lado los aprendizaje sociales y emocionales de la infancia tiene que consecuencia que muchos adultos jóvenes no se han capaces de regular de manera efectiva sus estados emocionales. En muchas ocasiones, los jóvenes continúan sus rutinas habituales a pesar de estar tristes, cansados, ansiosos o preocupados. Al no poner en marcha ninguna estrategia reguladora, los jóvenes se ven avocados a soportar las emociones negativas hasta que no tienen más remedio que interrumpir su vida habitual.
  • Problemas de afrontamiento ante dificultades. Al estar tan centrado en el ámbito académico, los jóvenes han dejado de enfrentarse a situaciones difíciles. La familias consientes que los niños y adolescentes no tengan que asumir responsabilidades en casa si están centrados en su “única” obligación: estudiar. Lo que a veces no se tienen en cuenta es que los jóvenes tendrán en el futuro que vivir solos, hacer la compra, realizar las tareas domésticas y un montón más de actividades para las que nadie les ha preparado.
  • El estrés crónico constituye un factor de riesgo para el consumo de tóxicos. Las dificultades para el manejo emocional unidas a una escasa capacidad de afrontamiento puede llevar a los jóvenes a iniciarse en el consumo de tóxicos como estrategia de escape o de evitación de las situaciones a las que tienen que hacer frente.
  • Reducción de las actividades que producen bienestar. Al centrarse de manera preferente en el ámbito académico los jóvenes tienen cada vez menos hobbies. Es decir, cada vez tienen menos actividades gratificantes que les permitan sentirse bien, sentirse realizados o eficaces, fuera del contexto académico.
  • Relaciones familiares debilitadas. “No conozco a mi familia”, este es el pensamiento que tienen muchos jóvenes que han pasado su infancia y adolescencia conviviendo con personas con las que no ha desarrollado en profundidad lazos afectivos y comunicativos. A los hijos les encanta conocer la historia de sus padres, de la misma forma que sus padres saben casi todo sobre ellos.

El deporte es una buena estrategia para reducir el estrés infantil

Cómo prevenir el estrés en niños y adolescentes: signos de alarma y recomendaciones

Es importante tener en cuenta que el ESTRÉS no es en sí mismo algo negativo.Podemos considerar al estrés como el proceso que se pone en marcha cuando una persona percibe una situación o acontecimiento como amenazante o desbordante de sus recursos.Cuando esta situación es percibida el organismo pone en marcha una serie de reacciones fisiológicas encaminada a poder afrontar la amenaza de forma eficaz. Por ejemplo, se deriva más sangre hacía los músculos para prepararlos. Por tanto el estrés es algo necesario para poder enfrentarnos con éxito a las amenazas.

El problema es cuando el estrés se mantiene durante mucho tiempo o se presenta esta reacción ante situaciones que realmente no son una amenaza. El cuerpo, puede estar poniendo en juego demasiados recursos y nuestro sistema inmune se debilita, además pueden aparecer de síntomas relacionadas con el estado de ánimo (ansiedad y/o depresión). Esto se conoce como Estrés crónico. Por ello es importante reconocer los síntomas de alarma de estos problemas. A continuación se muestras algunos indicadores de estrés en niños y adolescentes:

  • Quejas físicas frecuentes y variadas en ausencia de enfermedad (dolores de cabeza, de barriga).
  • Cambios importantes en el rendimiento escolar.
  • Rechazo a ir al colegio o a las actividades extraescolares.
  • Quejas sobre dificultades de concentración y/o atención.
  • Hiperactividad o inquietud excesiva.
  • Pesadillas persistentes.
  • Desobediencia o rabietas frecuentes e inexplicables (niños). Ataques de rabia, mal humor o irritabilidad crónica (adolescentes).

Recomendaciones para prevenir el estrés

  • Reconocer los síntomas.
  • Dialogar con los hijos.
  • Enseñar estrategias de afrontamiento saludables: deporte y hábitos de sueño.
  • Ayudarles a fijar metas reales.
  • Motivar a los hijos para que hagan frente a las dificultades o problemas ellos mismos.
  • Crear espacios seguros a través de las rutinas. Horarios estables de sueño y alimentación.
  • Ser un modelo de hábitos saludables.
  • Consultar con un profesional si estamos preocupados por el estrés de nuestros hijos.

Autor: Mónica Valverde Salgado

Psicóloga, apasionada de la conducta humana. Creo que cada personas es única. Trabajar en equipo, con empatía y dedicación es la base de mi trabajo. Sin olvidar nunca el humor y las Terapias Basadas en la Evidencia.

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